Segunda Revolución Industrial. Colonialismo e imperialismo. Primera Guerra Mundial. Revolución rusa
SA 4. DOMINACIÓN EUROPEA MUNDIAL Y SU CRISIS
1. Introducción, diferencias entre colonialismo e imperialismo
El colonialismo y el imperialismo son fenómenos históricos que han marcado profundamente la historia mundial, especialmente a partir del siglo XIX. Aunque a menudo se utilizan indistintamente, estos términos tienen diferencias significativas. El colonialismo se refiere a la práctica de adquirir y mantener colonias, territorios donde una nación impone su control político, económico y cultural sobre otra. Este proceso comenzó con las grandes exploraciones del siglo XV y XVI y alcanzó su apogeo en los siglos XVIII y XIX.
Por otro lado, el imperialismo, aunque incluye el colonialismo, va más allá. Se refiere a la política de expansión y dominación de un país sobre otros mediante diversas formas de control, ya sea militar, político, económico o cultural, sin necesariamente establecer colonias. El imperialismo del siglo XIX se caracteriza por la competencia entre las grandes potencias para expandir su influencia y control en todo el mundo, una etapa que se conoce como el "Nuevo Imperialismo".
2. Segunda revolución industrial
La Segunda Revolución Industrial, que tuvo lugar desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, fue un periodo de grandes avances tecnológicos y económicos que transformaron las sociedades industriales. Esta fase se caracterizó por el desarrollo de nuevas tecnologías, como el motor de combustión interna, la electricidad y el acero, así como por la expansión de la producción en masa y la mejora de las comunicaciones con el telégrafo y el ferrocarril.
La Segunda Revolución Industrial proporcionó a las potencias europeas y a Estados Unidos las herramientas y los recursos necesarios para expandir sus imperios. La producción en masa y los avances tecnológicos no solo aumentaron la capacidad industrial de estas naciones, sino que también impulsaron la demanda de materias primas y mercados nuevos. Esto, a su vez, intensificó la competencia entre las potencias por adquirir territorios en África, Asia y América Latina, donde podían obtener los recursos necesarios y vender sus productos manufacturados.
3. Emigración europea y conquista
El siglo XIX fue también un periodo de intensa emigración europea. Millones de europeos emigraron a América, Australia y otras partes del mundo en busca de mejores oportunidades económicas y sociales. Este movimiento masivo de personas no solo transformó los países de destino, sino que también tuvo un impacto significativo en las naciones de origen, aliviando la presión demográfica y fomentando el crecimiento económico.
La emigración europea estuvo estrechamente relacionada con la conquista y colonización de nuevas tierras. Los colonos europeos a menudo actuaban como agentes de la expansión imperial, estableciendo asentamientos, explotando recursos y creando infraestructuras. En muchas regiones, como en África y Oceanía, la llegada de los europeos llevó a la subyugación y explotación de las poblaciones locales, a menudo con consecuencias devastadoras para las culturas y sociedades indígenas.
4. Causas del colonialismo e imperialismo
Las causas del colonialismo e imperialismo del siglo XIX son múltiples y complejas, abarcando factores económicos, políticos, sociales y culturales.
Económicamente, la necesidad de materias primas para la industria y de nuevos mercados para los productos manufacturados fue un motor crucial. La Segunda Revolución Industrial aumentó la capacidad de producción de las potencias europeas, que buscaron asegurarse un suministro constante de recursos como el caucho, el petróleo y los minerales, así como mercados donde vender sus excedentes.
Políticamente, la competencia entre las grandes potencias europeas jugó un papel central. El control de territorios en el extranjero se consideraba un símbolo de poder y prestigio nacional. La carrera por adquirir colonias fue también una forma de mantener el equilibrio de poder en Europa, donde ninguna nación quería quedar atrás en la lucha por la supremacía global.
Social y culturalmente, el colonialismo y el imperialismo estuvieron impulsados por ideas de superioridad racial y civilizadora. La ideología del "darwinismo social" y la misión civilizadora justificaron la dominación de pueblos considerados "inferiores". Se creía que era el deber de las naciones "civilizadas" llevar el progreso y la modernidad a las regiones "atrasadas" del mundo.
5. Conquista europea mundial
La conquista europea mundial se intensificó en el siglo XIX con la "carrera por África", donde las potencias europeas se repartieron prácticamente todo el continente en la Conferencia de Berlín de 1884-1885. La penetración europea en Asia también aumentó, con Gran Bretaña consolidando su control sobre India y expandiéndose en el sudeste asiático, mientras que Francia, Rusia y Holanda también ampliaban sus dominios en la región.
En América Latina, aunque la mayoría de los países habían logrado la independencia de España y Portugal a principios del siglo XIX, Estados Unidos emergió como una nueva potencia imperial, expandiendo su influencia a través del hemisferio occidental con la doctrina Monroe y, más tarde, con políticas intervencionistas como el "Destino Manifiesto".
La conquista europea se caracterizó por la explotación económica, la construcción de infraestructuras, la imposición de estructuras políticas y sociales, y la introducción de sistemas educativos y culturales occidentales. Sin embargo, también hubo una resistencia significativa de las poblaciones locales, que a menudo resultó en conflictos violentos y movimientos de independencia.
6. Principales imperios mundiales
Entre los principales imperios mundiales del siglo XIX destacan el Imperio Británico, el más extenso, que controlaba territorios en todos los continentes. Su lema "el sol nunca se pone en el Imperio Británico" reflejaba su vasta extensión y poder. Gran Bretaña controlaba vastas áreas en África, India, Australia y Canadá, entre otros lugares.
El Imperio Francés también fue significativo, con colonias en África, el sudeste asiático y el Caribe. Francia se esforzó por competir con Gran Bretaña y expandió agresivamente su influencia en África del Norte y el sudeste asiático.
Alemania e Italia, naciones recién unificadas en la segunda mitad del siglo XIX, también participaron en la carrera imperial, aunque su expansión fue más limitada en comparación con las potencias más antiguas. Alemania estableció colonias en África, mientras que Italia conquistó Libia y Eritrea.
Rusia, aunque no participó en la carrera por África, expandió significativamente su territorio en Asia, incorporando vastas áreas de Siberia y el Cáucaso y extendiendo su influencia en Asia Central.
Japón, tras la Restauración Meiji, emergió como una potencia imperial en Asia, conquistando Taiwán, Corea y partes de China. La modernización rápida y la adopción de técnicas militares occidentales permitieron a Japón convertirse en una potencia dominante en el Pacífico.
7. Consecuencias del colonialismo e imperialismo
Las consecuencias del colonialismo e imperialismo fueron profundas y duraderas, afectando tanto a las naciones colonizadoras como a las colonizadas. Para las potencias coloniales, el imperialismo resultó en una acumulación masiva de riqueza y recursos, lo que contribuyó al desarrollo económico y la industrialización. Sin embargo, también llevó a conflictos internacionales y guerras, como la Primera Guerra Mundial, que tuvo sus raíces en las rivalidades imperialistas. Para las regiones colonizadas, el impacto fue a menudo devastador. La explotación económica y la extracción de recursos llevaron a la desestabilización de las economías locales. Las sociedades indígenas fueron sometidas a un control opresivo, se destruyeron culturas y modos de vida tradicionales, y se impusieron sistemas políticos y sociales occidentales que a menudo no se ajustaban a las realidades locales.
El colonialismo también dejó un legado de división y conflicto, con fronteras trazadas arbitrariamente por las potencias coloniales que ignoraron las realidades étnicas y culturales. Estas divisiones han contribuido a numerosos conflictos postcoloniales en África, Asia y el Medio Oriente. Además, el imperialismo fomentó el racismo y la ideología de la superioridad racial, justificando la explotación y la dominación de otros pueblos. Estos legados continúan influyendo en las relaciones internacionales y las dinámicas de poder globales en la actualidad.
En resumen, el colonialismo y el imperialismo del siglo XIX fueron fenómenos complejos que transformaron el mundo de manera profunda. Impulsados por la revolución industrial, la emigración europea, y la búsqueda de poder y recursos, las potencias europeas y otras naciones emergentes extendieron su control sobre vastas áreas del planeta. Las consecuencias de estos procesos han dejado una huella indeleble en la historia mundial, con efectos que todavía se sienten hoy en día.
HISTORIA CONTEMPORÁNEA: 1870-1914
1. Guerras en Europa
Durante el siglo XIX, Europa fue escenario de numerosas guerras que redefinieron fronteras y cambiaron el equilibrio de poder en el continente. Estas guerras fueron producto de rivalidades políticas, económicas y nacionalistas.
Guerra de Crimea (1853-1856): La Guerra de Crimea enfrentó a Rusia contra una alianza formada por el Imperio Otomano, Francia, Gran Bretaña y el Reino de Piamonte-Cerdeña. El conflicto surgió por disputas territoriales y de influencia en los Balcanes y el Medio Oriente. La guerra destacó por la incompetencia militar y las terribles condiciones sanitarias. Terminó con el Tratado de París, que debilitó a Rusia y consolidó la alianza occidental.
Guerra Austro-Prusiana (1866): También conocida como la Guerra de las Siete Semanas, fue un conflicto entre Prusia y Austria por la supremacía en los estados alemanes. Prusia, liderada por Otto von Bismarck, derrotó rápidamente a Austria, estableciendo su dominancia en el norte de Alemania y excluyendo a Austria de los asuntos alemanes. Esto sentó las bases para la unificación alemana bajo el liderazgo prusiano.
Guerra Franco-Prusiana (1870-1871): Esta guerra enfrentó a Francia contra Prusia y sus aliados alemanes. Fue provocada por la tensión entre las dos potencias y la manipulación diplomática de Bismarck. La aplastante victoria prusiana resultó en la proclamación del Imperio Alemán en el Palacio de Versalles y la caída del Segundo Imperio Francés. La derrota humillante de Francia dejó un legado de revanchismo que contribuiría a la Primera Guerra Mundial.
Guerra Ruso-turca (1877-1878): Este conflicto enfrentó a Rusia y sus aliados balcánicos contra el Imperio Otomano. Fue impulsado por el deseo de Rusia de expandir su influencia en los Balcanes y apoyar a los pueblos eslavos bajo dominio otomano. La guerra terminó con la victoria rusa y el Tratado de San Stefano, que fue revisado por el Congreso de Berlín, limitando las ganancias rusas, pero debilitando significativamente al Imperio Otomano.
2. Gran Bretaña
En el siglo XIX, Gran Bretaña se consolidó como la principal potencia mundial gracias a su Revolución Industrial y su vasto imperio colonial. Políticamente, el país avanzó hacia una mayor democratización con reformas que ampliaron el sufragio y mejoraron las condiciones laborales. Económicamente, Gran Bretaña lideró la producción industrial global, desarrollando infraestructuras como ferrocarriles y el telégrafo. Socialmente, el país experimentó un rápido crecimiento urbano, con el surgimiento de una clase obrera industrial y movimientos sociales que exigían reformas. Religiosamente, aunque la Iglesia Anglicana era predominante, había una creciente diversidad religiosa con la expansión del metodismo y otras denominaciones no conformistas.
3. Francia
Tras la caída de Napoleón Bonaparte, Francia vivió un siglo de inestabilidad política. El país osciló entre monarquías, repúblicas e imperios, con eventos clave como la Revolución de 1848 y la formación del Segundo Imperio bajo Napoleón III. Después de la derrota en la Guerra Franco-Prusiana y la Comuna de París, Francia estableció la Tercera República en 1870. Económicamente, Francia experimentó industrialización y expansión ferroviaria, aunque a un ritmo más lento que Gran Bretaña. Socialmente, la sociedad francesa estaba dividida entre una élite conservadora y una creciente clase obrera y campesina. Religiosamente, el catolicismo dominaba, pero hubo tensiones con el movimiento laico y republicano.
4. Alemania (Prusia)
En el siglo XIX, Prusia lideró la unificación de los estados alemanes bajo la figura del canciller Otto von Bismarck. Tras las victorias en las guerras Austro-Prusiana y Franco-Prusiana, el Imperio Alemán fue proclamado en 1871. Políticamente, Alemania se convirtió en una potencia militar y económica en Europa. Bismarck implementó una serie de reformas sociales, incluyendo seguros de salud y pensiones, para ganar el apoyo de la clase trabajadora. Económicamente, Alemania se industrializó rápidamente, convirtiéndose en un líder en la producción de acero y productos químicos. Socialmente, la sociedad alemana estaba marcada por una fuerte jerarquía y militarismo. Religiosamente, había una coexistencia de protestantismo y catolicismo, con tensiones entre ambos.
5. España
España en el siglo XIX estuvo marcada por la inestabilidad política y el declive imperial. Tras la guerra de independencia contra Napoleón, España experimentó una serie de conflictos internos, incluyendo las guerras carlistas y la lucha entre liberales y conservadores. La pérdida de la mayoría de sus colonias en América Latina debilitó aún más su posición. Políticamente, el país osciló entre monarquías absolutistas, monarquías constitucionales y breves periodos republicanos. Económicamente, España quedó rezagada en la industrialización, con una economía basada en la agricultura y una débil infraestructura industrial. Socialmente, la sociedad española era tradicional y agraria, con fuertes divisiones entre clases y regiones. Religiosamente, el catolicismo tenía una influencia dominante, aunque también era un factor de tensión política.
6. Rusia
Rusia en el siglo XIX era un vasto imperio autocrático bajo los zares Romanov. Políticamente, el país estaba gobernado por una monarquía absoluta que resistía las reformas liberales. La emancipación de los siervos en 1861 por el zar Alejandro II fue un paso significativo, pero la resistencia a cambios más profundos provocó descontento social. Económicamente, Rusia era predominantemente agraria, aunque hubo esfuerzos de industrialización en la segunda mitad del siglo. Socialmente, la estructura feudal persistía, con una gran masa de campesinos y una pequeña élite noble. Religiosamente, la Iglesia Ortodoxa Rusa era un pilar del régimen, con una profunda influencia en la vida social y cultural del país.
7. Austria-Hungría
El Imperio Austro-Húngaro, formado en 1867 con el Compromiso Austrohúngaro, era una monarquía dual que unía Austria y Hungría bajo el emperador Francisco José I. Políticamente, el imperio era una amalgama de diferentes nacionalidades, lo que provocaba tensiones internas. La administración era compleja, con autonomía parcial para Hungría y diversas concesiones a otros grupos étnicos. Económicamente, Austria-Hungría experimentó una industrialización moderada, con desarrollo en sectores como el ferrocarril y la manufactura. Socialmente, el imperio estaba marcado por una gran diversidad étnica y cultural, con significativas comunidades germanas, húngaras, eslavas y otras. Religiosamente, el catolicismo predominaba, aunque había importantes minorías protestantes, ortodoxas y judías.
8. Imperio Otomano
En el siglo XIX, el Imperio Otomano era conocido como el "hombre enfermo de Europa" debido a su declive y la pérdida de territorios. Políticamente, el sultán tenía poder absoluto, pero enfrentaba crecientes presiones internas y externas. Las reformas Tanzimat (1839-1876) intentaron modernizar el imperio y centralizar la administración, pero con éxito limitado. Económicamente, el imperio estaba rezagado, con una economía agraria y dependiente de importaciones europeas. Socialmente, el imperio era extremadamente diverso, con numerosas etnias y religiones, incluyendo musulmanes, cristianos y judíos. Esta diversidad a menudo generaba tensiones y conflictos. Religiosamente, el islam era la religión oficial, pero había un grado de tolerancia hacia otras religiones bajo el sistema de millets.
9. Estados Unidos de Norteamérica
En el siglo XIX, Estados Unidos se expandió territorialmente y se industrializó rápidamente. Políticamente, el país consolidó su democracia republicana, aunque enfrentó la Guerra Civil (1861-1865) por el tema de la esclavitud y los derechos de los estados. La victoria del Norte llevó a la abolición de la esclavitud y la Reconstrucción del Sur. Económicamente, Estados Unidos experimentó un crecimiento industrial sin precedentes, convirtiéndose en una potencia económica mundial. La expansión hacia el oeste, conocida como el "Destino Manifiesto", llevó al desplazamiento y la reducción de las poblaciones indígenas. Socialmente, el país vio una gran inmigración europea, lo que diversificó su población. Religiosamente, predominaba el cristianismo protestante, aunque había una creciente diversidad religiosa.
10. Japón
Japón en el siglo XIX pasó por una transformación radical con la Restauración Meiji de 1868, que puso fin al shogunato Tokugawa y restauró el poder imperial. Políticamente, el país adoptó reformas que modernizaron el gobierno, creando una monarquía constitucional y una administración centralizada. Económicamente, Japón se industrializó rápidamente, desarrollando una infraestructura moderna y estableciendo industrias clave como la textil y la siderúrgica. Socialmente, la sociedad japonesa se modernizó, aunque conservó muchas tradiciones. La educación se expandió y se promovió el nacionalismo, con un enfoque en la lealtad al emperador y la adopción de ideas y tecnologías occidentales para fortalecer el país. Religiosamente, el sintoísmo y el budismo seguían siendo predominantes, aunque el cristianismo y otras influencias occidentales comenzaron a ganar presencia. La rápida modernización y militarización de Japón lo convirtieron en una potencia regional, culminando en victorias militares como la Guerra Sino-japonesa (1894-1895) y la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), que establecieron a Japón como un actor clave en Asia y en la política global.
El periodo comprendido entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX fue una era de cambios profundos y acelerados en el contexto sociopolítico mundial. Las guerras en Europa, impulsadas por rivalidades nacionalistas y expansiones territoriales, reconfiguraron las fronteras y sembraron las semillas de futuros conflictos. Las potencias europeas, mientras consolidaban sus posiciones, enfrentaron retos internos y externos que definirían sus políticas. Gran Bretaña, con su vasto imperio y liderazgo industrial, desempeñó un papel central en la economía mundial. Francia, tras un siglo de revoluciones y guerras, buscaba estabilidad bajo la Tercera República. Alemania emergió como una potencia industrial y militar tras su unificación, mientras que España luchaba con la pérdida de su imperio y la inestabilidad política interna. Rusia, con sus reformas y resistencia a los cambios, se dirigía hacia una crisis que desembocaría en la revolución. Austria-Hungría, un mosaico de etnias, enfrentaba tensiones internas que amenazaban su cohesión. El Imperio Otomano, en declive, intentaba modernizarse mientras perdía territorios Fuera de Europa, Estados Unidos se consolidaba como una potencia económica e industrial, expandiéndose territorialmente y atrayendo a millones de inmigrantes. Japón, en un proceso de rápida modernización, emergía como una nueva potencia en Asia, adoptando y adaptando tecnologías y estructuras políticas occidentales.
Este contexto sociopolítico global preparó el terreno para los grandes eventos del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, que transformarían aún más el orden mundial y las dinámicas de poder.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
1. Antecedentes
La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, fue el resultado de múltiples factores acumulados durante décadas. El equilibrio de poder en Europa a fines del siglo XIX y principios del siglo XX estaba marcado por rivalidades entre grandes potencias, alianzas militares, y tensiones nacionalistas y coloniales. El sistema de alianzas jugó un papel crucial en la escalada hacia la guerra. Por un lado, estaba la Triple Alianza, compuesta por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Por otro lado, la Triple Entente, formada por Francia, Rusia y Gran Bretaña. Estas alianzas buscaban mantener el equilibrio de poder, pero también significaban que un conflicto entre dos países podía rápidamente involucrar a otros. El nacionalismo exacerbado también contribuyó al clima de tensión. En los Balcanes, el desmembramiento del Imperio Otomano y las aspiraciones de independencia de diversas etnias crearon un polvorín. Además, el militarismo y la carrera armamentista entre las potencias europeas fomentaron un ambiente belicoso.
2. Causas
Las causas de la Primera Guerra Mundial son complejas y multifacéticas. Entre las principales se destacan:
Asesinato del Archiduque Francisco Fernando: El 28 de junio de 1914, el heredero al trono austrohúngaro, Francisco Fernando, fue asesinado en Sarajevo por Gavrilo Princip, un nacionalista serbio. Este evento desencadenó una serie de ultimátums y movilizaciones que llevaron al conflicto armado.
Rivalidades Imperiales: La competencia por colonias y recursos en África y Asia creó fricciones entre las potencias europeas. Alemania, en particular, buscaba expandir su imperio, lo que la puso en conflicto con Francia y Gran Bretaña.
Nacionalismo: El fervor nacionalista en países como Serbia y en las regiones dominadas por los imperios austrohúngaro y otomano contribuyó a la desestabilización. Los movimientos nacionalistas buscaban la autodeterminación y la independencia, desafiando a los imperios existentes.
Militarismo y Carrera Armamentista: Las principales potencias europeas habían incrementado significativamente sus fuerzas armadas y armamentos. La creencia en la inevitabilidad de la guerra llevó a una preparación constante y a la adopción de planes de guerra agresivos, como el Plan Schlieffen de Alemania.
Sistema de Alianzas: Las alianzas defensivas y ofensivas obligaban a los países a apoyarse mutuamente en caso de conflicto. Esto significaba que una disputa local podía rápidamente escalar a una guerra global.
3. Desarrollo
La Primera Guerra Mundial se desarrolló en varios frentes y fases:
Frente Occidental: Tras la invasión de Bélgica por Alemania, la guerra en el Frente Occidental se caracterizó por el estancamiento y la guerra de trincheras. Batallas como las de Verdún y el Somme se convirtieron en símbolos de la brutalidad y la ineficacia de las tácticas de combate.
Frente Oriental: Este frente vio movimientos más fluidos comparados con el estancamiento del Oeste. Rusia enfrentó a las fuerzas alemanas y austrohúngaras, pero tras las derrotas iniciales y la Revolución Rusa, se retiró del conflicto con el Tratado de Brest-Litovsk en 1918.
Frente italiano: Italia, inicialmente aliada con la Triple Alianza, se unió a la Entente en 1915 con la promesa de obtener territorios. Las batallas en este frente, como las del río Isonzo, fueron igualmente sangrientas y costosas.
Frentes en el Medio Oriente y África: La guerra también se extendió a las colonias y territorios bajo control europeo. En el Medio Oriente, la revuelta árabe, apoyada por los británicos, luchó contra el Imperio Otomano.
Guerra Naval: La guerra en el mar implicó bloqueos y batallas navales, como la Batalla de Jutlandia. El uso de submarinos por Alemania, que atacaba tanto barcos militares como mercantes, llevó a la entrada de Estados Unidos en la guerra en 1917.
Guerra Aérea: Aunque en sus etapas iniciales, la guerra aérea comenzó a tener un papel más prominente con el uso de aviones para reconocimiento y bombardeos.
4. Revolución Rusa
La Revolución Rusa de 1917 fue un evento crucial que impactó significativamente la Primera Guerra Mundial. Causada por el descontento con la autocracia zarista, las condiciones económicas y las terribles pérdidas en la guerra, la revolución llevó a la caída del zar Nicolás II y al establecimiento de un gobierno provisional, seguido por la toma del poder por los bolcheviques bajo Lenin. Este nuevo gobierno firmó el Tratado de Brest-Litovsk con Alemania, sacando a Rusia de la guerra y permitiendo a Alemania concentrar sus fuerzas en el Frente Occidental.
5. Guerra Total
La Primera Guerra Mundial se caracterizó por ser una "guerra total", donde la distinción entre combatientes y civiles se desdibujó. Las economías de los países beligerantes se volcaron completamente al esfuerzo bélico. La industria se adaptó para producir armas y suministros, y los gobiernos asumieron un control más directo sobre la economía y la sociedad. La movilización masiva incluyó no solo a los soldados, sino también a la población civil, que participó en el esfuerzo de guerra a través del trabajo en fábricas, la producción agrícola, y otras actividades esenciales. Las mujeres desempeñaron un papel crucial, reemplazando a los hombres en los trabajos industriales y agrícolas, lo que supuso un cambio significativo en las dinámicas sociales. El uso de propaganda para mantener el apoyo a la guerra y demonizar al enemigo fue generalizado. Las campañas propagandísticas buscaban mantener la moral alta y justificar las enormes pérdidas y sacrificios.
6. Consecuencias
Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial fueron profundas y duraderas:
Pérdidas Humanas y Materiales: La guerra resultó en aproximadamente 16 millones de muertos y 21 millones de heridos. La devastación material fue inmensa, especialmente en Europa, donde muchas ciudades y regiones quedaron en ruinas.
Tratado de Versalles: Firmado en 1919, este tratado impuso duras condiciones a Alemania, incluyendo la pérdida de territorios, limitaciones militares, y reparaciones económicas. Este tratado generó resentimiento y un deseo de venganza que contribuyó al ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
Redefinición de Fronteras: El mapa de Europa se rediseñó con la disolución de los imperios austrohúngaro, otomano y ruso. Nuevos estados-nación surgieron, incluyendo Polonia, Checoslovaquia, y Yugoslavia.
Impacto Económico: La guerra dejó a Europa en una crisis económica, con una deuda inmensa y una necesidad urgente de reconstrucción. Estados Unidos emergió como la principal potencia económica mundial.
Cambio Social: La guerra aceleró cambios sociales, incluyendo el sufragio femenino en varios países y un mayor rol de las mujeres en la fuerza laboral. La experiencia de la guerra también generó una desilusión profunda y un cuestionamiento de las antiguas estructuras y valores.
Creación de la Sociedad de Naciones: Como parte de los esfuerzos para evitar futuras guerras, se estableció la Sociedad de Naciones, una organización internacional destinada a resolver disputas entre países de manera pacífica. Sin embargo, su efectividad fue limitada y no logró prevenir la Segunda Guerra Mundial.
REVOLUCIÓN RUSA
1. Antecedentes
La Revolución Rusa fue el resultado de décadas de tensiones sociales, económicas y políticas en el Imperio Ruso. A finales del siglo XIX y principios del XX, Rusia era un vasto imperio gobernado por los zares de la dinastía Romanov, quienes mantenían un régimen autocrático. La industrialización tardía y desorganizada llevó a la creación de una clase trabajadora urbana que enfrentaba duras condiciones de vida y trabajo, lo que fomentó el descontento. La servidumbre y su abolición: Aunque la servidumbre fue abolida en 1861 por el zar Alejandro II, los campesinos seguían en gran medida empobrecidos y con pocas oportunidades de mejora. La reforma agraria fue insuficiente para resolver las tensiones en el campo.
Reformas fallidas: Los intentos de modernización y reforma por parte de los zares, como las reformas de Alejandro II, no lograron democratizar la política rusa ni mejorar significativamente las condiciones de vida de la mayoría de la población. La represión política y la falta de derechos civiles continuaban.
Revolución de 1905: La derrota en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905 desató la Revolución de 1905, un levantamiento masivo que forzó al zar Nicolás II a conceder algunas reformas, como la creación de la Duma (parlamento). Sin embargo, estas concesiones fueron limitadas y no satisficieron las demandas de cambio profundo.
2. Causas
Las causas de la Revolución Rusa son múltiples y complejas:
Descontento social y económico: Las duras condiciones de vida y trabajo para la clase obrera, junto con la pobreza rural y la falta de tierra para los campesinos, generaron un profundo descontento social.
Autocracia y represión: El régimen zarista mantenía un control autocrático y recurría a la represión para sofocar cualquier oposición política. La falta de libertades civiles y la corrupción gubernamental alimentaban el resentimiento.
Fracaso en la Primera Guerra Mundial: La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial fue desastrosa. Las derrotas militares, las enormes pérdidas humanas y materiales, y la incompetencia del gobierno en la gestión de la guerra exacerbaron el descontento. La guerra también provocó una crisis económica, con escasez de alimentos y combustible, y un colapso del transporte.
Movimientos revolucionarios: Los movimientos revolucionarios, como los socialistas (mencheviques y bolcheviques), los socialrevolucionarios y otros grupos radicales, ganaron influencia y apoyo entre los trabajadores y campesinos, promoviendo ideas de cambio radical.
3. Desarrollo
Inicio: En enero de 1917, las condiciones en Rusia estaban al borde del colapso. El descontento por la guerra, la falta de alimentos y las duras condiciones invernales llevaron a huelgas y manifestaciones en Petrogrado (actual San Petersburgo).
Revolución de Febrero: En marzo de 1917 (febrero según el calendario juliano entonces vigente en Rusia), las protestas masivas en Petrogrado llevaron a la abdicación del zar Nicolás II. El gobierno provisional, liderado por Alexander Kerensky, asumió el poder, pero fue incapaz de resolver los problemas fundamentales del país, como la continuación de la guerra y la distribución de tierras.
Revolución de Octubre: En octubre de 1917 (noviembre según el calendario gregoriano), los bolcheviques, liderados por Vladimir Lenin, organizaron un golpe de estado y tomaron el control del gobierno en Petrogrado. El lema "Paz, Tierra y Pan" resonó entre las masas. Los bolcheviques prometieron retirar a Rusia de la guerra, redistribuir la tierra y mejorar las condiciones de vida.
4. Guerra Civil
La toma del poder por los bolcheviques no fue aceptada por todos. De 1918 a 1921, Rusia se sumió en una brutal guerra civil entre los "Rojos" (bolcheviques) y los "Blancos" (una coalición de fuerzas monárquicas, liberales y socialistas moderados), junto con la intervención de potencias extranjeras que apoyaban a los Blancos.
Rojos: Los bolcheviques, liderados por Lenin y Trotsky, contaban con un ejército bien organizado, el Ejército Rojo, y una firme ideología revolucionaria.
Blancos: La oposición, fragmentada y con objetivos diversos, no pudo unificar sus esfuerzos efectivamente contra los bolcheviques.
Intervención extranjera: Países como Gran Bretaña, Francia, Japón y Estados Unidos intervinieron en el conflicto, temiendo la expansión del comunismo, pero no lograron cambiar el curso de la guerra.
Los bolcheviques implementaron políticas de "Comunismo de Guerra", que incluían la nacionalización de industrias y la requisa forzosa de granos a los campesinos, lo que causó una gran hambruna y un aumento del descontento. Sin embargo, su disciplina y organización les permitieron ganar la guerra civil, consolidando su poder en 1921.
5. URSS
La victoria de los bolcheviques en la guerra civil llevó a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. La URSS se constituyó como un estado federal de múltiples repúblicas, bajo el control central del Partido Comunista. Lenin, como líder del Partido y del Estado, implementó una serie de políticas para reconstruir y consolidar el país:
Nueva Política Económica (NEP): Introducida en 1921, la NEP permitió una cierta liberalización económica, reintroduciendo elementos del mercado y la propiedad privada en la agricultura y las pequeñas empresas. Esto ayudó a la recuperación económica después de la devastación de la guerra civil.
Reformas políticas y sociales: Se llevaron a cabo importantes reformas en educación, igualdad de género y sanidad, aunque siempre bajo el estricto control del Partido Comunista.
Centralización del poder: El poder fue centralizado en el Partido Comunista, con un sistema de partido único y la represión de cualquier oposición política. Esto estableció las bases para el régimen autoritario que continuaría bajo Stalin.
Lenin murió en 1924, y tras una breve lucha de poder, Iósif Stalin emergió como el líder indiscutido del Partido y del Estado. Bajo Stalin, la URSS se embarcó en un ambicioso programa de industrialización y colectivización agrícola, que transformó la economía, pero a un costo humano enorme.
Tarea 1. Definiciones
Taylorismo
Fordismo
Colonialismo
Imperialismo
Monopolio
Cartel
Protectorado
Metrópoli
Expropiación
Expolio
Prusia
Hegemonía
Decimonónico
Beligerante
Nacionalismo
Otomano
Sublevación
Laicismo
Intervencionismo
República
Trinchera
Frente (militar)
Motín
Economía de guerra
Triple Entente
Triple Alianza
Guerra total
Sufragio
Propaganda
Zarismo
Soviet
Duma
Bolchevique
Menchevique
Gulag
Kulak
Golpe de Estado
URSS
Cheka
NEP
Tarea 2. Eje cronológico
SUCESOS
II Reich, 1871
Conferencia de Berlin, 1885
Fin Guerra Hispano-Estadounidense, 1898
Triple Entente, 1907
Asesinato Franz Ferdinand, 1914
Revolución de octubre (bolchevique), 1917
U.R.S.S., 1922
PROCESOS
Segunda revolución industrial, 1870-1914
Reparto de África, 1880-1914
IGM, 1914-1918
Revolución rusa, 1905, 1917
Tarea 3. Esquemas
Segunda Revolución Industrial
Colonialismo
El colonialismo europeo del siglo XIX no fue un fenómeno casual, sino el resultado de la confluencia de múltiples causas profundas que pueden agruparse en cuatro grandes categorías: políticas, económicas, demográficas y socioculturales.
En primer lugar, las causas políticas fueron determinantes. Las potencias europeas buscaban aumentar su prestigio y poder en el escenario internacional; poseer un vasto imperio colonial se convirtió en un símbolo de estatus y fuerza. Además, la intensa rivalidad entre estas naciones, en el contexto de la llamada delimitación europea, las impulsaba a buscar nuevos territorios para no quedarse atrás. Esta competencia se basaba en una lógica de "si no lo ocupamos nosotros, lo hará nuestro rival", por lo que una de las motivaciones clave era precisamente impedir la expansión de las otras potencias y asegurar una posición geoestratégica ventajosa.
En segundo lugar, las causas económicas fueron el motor principal. La Segunda Revolución Industrial generó una capacidad de producción sin precedentes en las fábricas europeas, lo que creó la necesidad urgente de dos cosas: encontrar nuevos mercados donde exportar los excedentes de manufacturas y asegurar el suministro barato y constante de materias primas (como algodón, caucho, minerales o petróleo) que la industria demandaba. Las colonias se presentaron como la solución perfecta para ambos problemas, funcionando como proveedoras de recursos y consumidoras de productos terminados.
En tercer lugar, los factores demográficos jugaron un papel importante. El siglo XIX presenció un gran aumento de la población europea, lo que generó tensiones sociales, pobreza y desempleo en muchas regiones. La emigración hacia los territorios coloniales se vio como una "válvula de escape" para estos problemas, ofreciendo tierras y oportunidades a una parte de esa población en crecimiento y aliviando la presión social en la metrópoli.
Por último, unas poderosas causas socioculturales proporcionaron la justificación ideológica para la empresa colonial. Por un lado, un racismo científico, basado en una errónea interpretación de las teorías de Darwin, difundió la idea de la superioridad biológica y cultural de la raza blanca. Por otro lado, el nacionalismo exacerbado de la época fomentaba la creencia en la misión histórica de cada nación de difundir su cultura, su lengua y su religión. Esta combinación dio lugar a la idea de la "misión civilizadora", que presentaba la conquista como un deber moral para aculturizar y elevar a los pueblos considerados "atrasados" o "salvajes".
Tarea 4. Tabla resumen potencias mundiales
Completa la tabla resumen sobre las características de las principales potencias mundiales antes del inicio de la IGM:
Sistema de gobierno
Carácter ideológico
Contexto económico
Sociedad
Religión
Tarea 5. Esquema IGM
Causas IGM
Consecuencias IGM
Tarea 6. Resume
Causas Revolución rusa
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Tareas de refuerzo y ampliación
Visualiza "Tiempos modernos" y realiza un comentario de obra de arte (sigue el modelo que tienes en la web)
Visualiza "El último samurai" y realiza un comentario de obra de arte (sigue el modelo que tienes en la web)
Realiza el test sobre el mapa de Europa en 1914. Realiza el test sobre el mapa de Europa en 1919. Realiza un comentario de mapa comparándolos